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miércoles, 22 de abril de 2015

UNA MUJER DE ORACIÓN.



Sergio Tapia Lira, enero de 1999.

 

Ayer sepultamos a mi tía Estercita. Su muerte era esperada desde hace meses. Ya estaba muy viejita y, por tanto, su cuerpo desgastado y cansado. En algunos momentos de lucidez ella deseaba irse y reunirse con los seres queridos que la habían precedido, porque su creencia al respecto era absoluta, tajante: la muerte es sólo un paso a otra vida, espiritual y en comunión con Dios, donde no existe la materia, por tanto, no hay preocupación ni ninguna clase de sufrimiento. 

Se fue en forma tan suave y tranquila como había sido su vida. Ella padeció grandes dolores y sinsabores, sin embargo los soportó cristianamente, o sea todo cuanto le sucedía estaba con el beneplácito de Dios, y por tanto estaba bien: Había perdido su querido esposo, mi tío, su hija mayor, su hija menor, más unas guagüitas que vivieron poco. Mi tío vivió varios años alejado de la religión, y eso no le amargaba a ella, sino que la hacía orar para que él regresara al rebaño del cual estaba descarriado. Afortunadamente para ella, esto ocurrió, lo que para mi tía fue natural y lógico, pues ella decía “Él pertenece al Señor por lo tanto va a volver”. 

Sus funerales fueron hermosos, y lo digo a pesar de que soy bastante incrédulo. Quienes usaron de la palabra en la Iglesia destacaron su entrega total a Dios, sus sabios consejos siempre apegados a la Biblia, recordaron sus palabras de consuelo a quienes pasaban un mal momento. Se entonaron hermosos himnos, como alabanzas a Dios, y en agradecimiento porque había sido llamada al Cielo y liberada de las penas y sufrimientos de la Tierra. 

No pude evitar multitud de veces enjugar mis lágrimas. Es que ella era mi última tía. Con ella se iba una parte de mis recuerdos. Pasé muchas temporadas en su casa que, en cierto modo, era mejor que la mía. En ella había pobreza, pero una pobreza digna, sin humillaciones ni bajeza alguna. Además me trataba con cierta predilección, es decir yo era tratado mejor que sus hijos, mis primas. Eso sí, trató de llevarme a su religión, pero sin presión, de modo que yo nunca me sentí molesto. Lástima que nunca lo logró. Y esto lo digo sinceramente, porque entregarse a Dios, creo que es conseguir una cuota de felicidad en este mundo.
 
 
 
Nota: Escrito en memoria de Estercita Tapia Tapia.
Su sobrino, Sergio Tapia Lira, autor de este texto, falleció el día 23 de abril de 2004.

viernes, 23 de julio de 2010

EL DISCÍPULO ARMANDO.

Conocí a Armando González Loncón en casa de quien era en ese entonces, mi guía espiritual, su hermano Guillermo. Ambos éramos sus discípulos recién convertidos a Jesucristo. Escuchábamos las enseñanzas con respeto y toda la fe de que aquellas inspiradas palabras las revelaba el Espíritu Santo. Armando y yo teníamos la misma edad. Eran los años 70. Mi condiscípulo era un hombre reflexivo, soñador, casi un poeta, nacido y criado, junto a los demás hermanos de Guillermo, en la ciudad de Calbuco. Estaba casado con una jovencita de Chiloé, la hermana Delfia. Nosotros en ese tiempo no nos tratábamos de “hermano” sino que por nuestro nombre de pila, como buenos amigos, porque se nos enseñaba a tener un trato tan íntimo como en la familia. Armando quedaba de pronto extasiado, mirando más allá del horizonte, y compartía en voz alta lo que sentía en su corazón por el Señor. Aquellas tardes y noches compartidas en la casa de nuestro discipulador, ubicada en el Cerro Toro, Camino de Cintura, serán para todos los que tuvimos la suerte de vivirlas, una experiencia inolvidable.

Tiempo después fuimos vecinos en Mesilla, en la calle Vargas, un barrio muy humilde, formado por viejas pequeñas casas, con patios interiores comunes. Nuestras hijas eran pequeñas y jugaban juntas. Recuerdo a mi Marina muy entretenida con la bella Danai, de Armando. Él trabajaba como carnicero en un comercio del barrio, yo como profesor de ciegos en una escuela en Chorrillos. Ambos estábamos construyendo nuestras vidas familiares, aprendiendo a vivir cristianamente, luchando con nuestras propias debilidades. Cada domingo nos encontrábamos en el salón de un colegio del Cerro Playa-Ancha, que nos facilitaban para nuestros cultos cristianos. A esas celebraciones nombrábamos como la “comunión”. ¡Vamos a la comunión! decíamos y éramos ingenuamente felices adorando al Señor, orando en forma libre y escuchando la Palabra de Dios en la prédica que nos daban los líderes.

Armando siempre fue una persona amable, sonriente, tranquila, respetuosa en el trato, sencillo, sin ínfulas de nada, con una mirada limpia.

Años después, cuando comencé a ejercer el pastorado, tuve algunas reuniones en su hogar y él y su esposa fueron muy cordiales y hospitalarios. Su casa siempre estuvo abierta a los hermanos y a cualquier persona que requiriese una ayuda. Siempre me llamó la atención el cuidado que nuestra hermana Delfia brindaba a la manutención del hogar, siempre muy limpio, ordenado y brillante.

En un período de crisis personal que viví y mi hermano Guillermo con su esposa María me acogieron en su hogar, fui vecino de Armando. Él participaba ahora en una Iglesia muy dinámica de Valparaíso. Allí alcanzó un nivel de liderazgo interesante y en su hogar funcionaba una célula. Desde nuestra casa se oían los cantos y las oraciones. Es evidente que Armando había crecido en el liderazgo.

Cuando mis hijos partieron a Europa, y me correspondía administrar un departamento de ellos en la población de la Marina Mercante, visité dos o tres veces a Armando en su carnicería. Ahora, después de más de 20 años, él ya era propietario de un negocio. Incluso su mujer administraba otro negocio. Es notable la capacidad administrativa que el buen Armando desarrolló, indudablemente supo gobernar su hogar, amar a su mujer, criar a sus hijas, educarlas e infundirles fe.

Una vez lo encontré en la calle, apoyado en un mirador a la bahía de Valparaíso. Me dijo bellas palabras acerca de la ciudad que veía desde lo alto. En su alma estaba indudablemente, el anhelo de que todos conocieran el Evangelio. Intercambiamos algunas palabras e informaciones y nos despedimos con un abrazo.

Mi último encuentro con el discípulo Armando fue en su linda casa de Curauma. Lo visité con mi amigo y hermano Guillermo, debido a su grave enfermedad –mal de Ela- que le invalidaba rápidamente e impedía respirar con facilidad. Junto a su hogar construyó su propio negocio y noté que mi querido amigo Armando había alcanzado la prosperidad material. Pudo bendecir a su esposa e hijas, seguramente al resto de su familia, pues era un hombre lleno de amor.

Hoy, cuando él descansa en los brazos del Señor, escuché y pude ver en su sepelio – bajo la intensa lluvia invernal y el viento de Playa Ancha – el testimonio de jóvenes, adultos y ancianos que le amaron, admiraron y agradecieron por la vida de este hermoso hombre que, a imitación de su Maestro, “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo”[1]

Sin ánimo de contender con el Señor, pues Él es soberano para tomar de esta tierra a quien quiera y cuando quiera; no puedo dejar de preguntarme ¿por qué, Señor? ¿Por qué quitas de este mundo a un hombre bueno y aún joven? ¿Acaso no te habría sido útil para la obra en ese nuevo barrio, donde hay mucha gente necesitada de Tu Palabra? Tal vez nuestro hermano estaba ya cansado de tanto luchar por su familia; quizás ya había hecho la obra que el Señor le tenía asignada. O pudiera ser que Dios quiso defenderlo de futuras calamidades. Nadie puede saberlo. Pero sí aseguramos que el tiempo que el Padre le dio para cumplir su misión en esta vida, lo aprovechó al máximo y dejó una rica siembra en los corazones de sus hijas, nietas, familiares, amigos y hermanos en la fe.

Doy gracias a Dios por haber conocido y compartido mis primeros pasos en el discipulado cristiano con el hermano Armando. Pienso que en él se cumplió aquel poema bíblico que canta:

“1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.

6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
…”[2]



Valparaíso, viernes, 23 de julio de 2010.

[1] Hechos 10:38
[2] Salmo 1:1-3,6a

domingo, 20 de diciembre de 2009

MUERTE INTEMPESTIVA


¡La muerte es cierta y puede ser intempestiva! Haz una reflexión personal sobre esto..... Muy interesante, lee hasta el final..... Escrito está: "'No se engañe; De Dios no se burla: en absoluto lo que un hombre ha sembrado, eso debe él recoger." Aquí estan algunos hombres y mujeres que se burlaron de Dios:

John Lennon (Cantante):
Algunos años antes, durante su entrevista con una revista americana, él dijo:
'La Cristiandad acabará, desaparecerá.Yo no tengo que discutir sobre eso. Yo estoy seguro. Jesús era ok, pero sus asuntos eran demasiado simples. Hoy nosotros somos más famosos que Él' (1966). Lennon, después de decir que The Beatles eran más famosos que Jesucristo, le dispararon seis veces.

Tancredo Neves (Presidente de Brazil):
Durante la campaña Presidencial, él dijo que si consiguiera 500,000 votos de su fiesta, ni Dios lo quitaría de la Presidencia. Efectivamente élconsiguió los votos, pero se enfermó un día antes de ser hecho Presidente, y murió.

Cazuza (el compositor brasileño Bi-sexual, cantante y poeta):
Durante una muestra en Canecio (Río de Janeiro), mientras fumaba su cigarro, él resopló fuera algún humo en el aire y dijo: 'Dios esto es para ti.' Él se murió a la edad de 32 de SIDA de una manera horrible.

El hombre que construyó el Titánic:
Después de la construcción del Titanic, un reportero le preguntó cuan seguro sería. Con un tono irónico él dijo: 'Ni Dios puede hundirlo' El resultado: Todos saben lo que pasó al Titánic.

Marilyn Monroe (Actriz):
Billy Graham la visitó durante una presentación de un show. Él dijo que el Espíritu de Dios le había enviado a predicarle a ella. Después de oír lo que el Predicador tenía que decir, ella dijo: 'Yo no necesito a su Jesús.' Una semana después, murió en su departamento.

Bon Scott (Cantante):
El ex-vocalista del AC/DC. En una de sus canciones de 1979, él cantó: No me detenga, yo estoy bajando todo el camino, bajando por la carretera al infierno'. El 19 de febrero de 1980, encontraron a Bon Scott, ahogado por su propio vómito.

Campinas (EN 2005):
En Campinas, Brasil, un grupo de amigos borrachos, fue a recoger a una amiga..... La madre la acompañó al automóvil y estaba tan angustiada sobre la embriaguez de sus amigos y le dijo a la hija , sosteniendo su mano, ya sentada en el automóvil: 'Mi hija, Vaya Con Dios y permita que Él la Proteja... Ella respondió: 'Sólo Si Él (Dios) viaja en el maletero, porque aqui dentro ya está lleno' Horas después, en las noticias dijeron que hubo un fatal accidente, todos habían muerto, el automóvil no podía reconocerse, pero sorprendentemente, el maletero estaba intacto. La policía dijo que de ninguna manera el maletero podría permanecer intacto, se sorprendieron ya que dentro del maletero habia una canasta de huevos y ninguno estaba roto.

Christine Hewitt (Periodista jamaiquina y animadora) dijo:
La Biblia (la Palabra de Dios) fue el peor libro escrito en la vida. En junio del 2006 ella murió quemada imposible de ser reconocida en sucarro

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Muchas personas famosas se han olvidado que no hay ningún otro nombre al que se dio tanta autoridad como el nombre de Jesús. Muchos se han muerto, pero sólo Jesús se murió y resucitó y está vivo.

lunes, 30 de marzo de 2009

UNA CARACOLA


En memoria de Liliana Pérez.

Estuve con ella sólo unas horas, pero me bastó ese corto tiempo para quererla y conocer toda su vida. Después tuve alguna conversación telefónica con ella y quedé invitado a conocer su nueva casa en Santiago, visita que no se concretó. Podría haber sido el inicio de una gran amistad, pero Dios no quiso que fuera así. Me dejó una bella caracola que luzco orgulloso en la sala. Ahora podré decir: si la pones a tu oído no escucharás el Pacífico, sino la risa hermosa de una gran amiga.

Su departamento estaba lleno de recuerdos de viajes, de su estadía exitosa en el extranjero –Venezuela si mal no recuerdo- de hermosos muebles y cuadros. Más de un comentario hicimos acerca de una marina y un excelente dibujo de un pintor y arquitecto chileno, residente en Francia y que a la sazón exponía en esos días en Viña del Mar. Pero nuestro mayor asombro fue encontrar junto a la cocina un refrigerador “Frigidaire”. ¡Pero si es un Frigidaire! exclamé y ella nos contó que funcionaba perfectamente.

Estaba por mudarse a Santiago y le preocupaba cómo trasladarían todas esas cosas. Pero no se desprendería de ninguno de sus libros, una enorme colección de textos profesionales, descontando las novelas y otras publicaciones.

Hablamos de mil cosas: de las investigaciones en que colaboraba, de los alumnos, de sus experiencias en el extranjero, de su carrera académica, de su esposo (nos confidenció fotografías laborales y familiares)… y de su apego a la exactitud del idioma. “No puedes decir que comprenderás algo a través de sino por medio de” aclaraba. Indudablemente fue una intelectual rigurosa, exigente consigo misma y con sus discípulos, respetuosa, culta, inteligente y femenina, muy femenina.

Acompañé a mi esposa a su domicilio y compartí no más de dos horas con ella, pero fue un viaje maravilloso por toda una vida. Nos sentamos a conversar en su living, tomamos onces, nos condujo en un breve recorrido por las habitaciones y cuando llegó la noche, nos quedamos extasiados disfrutando en la ventana la Ciudad Jardín iluminada. Ahora pienso que fue un aleph borgiano, un regalo de bondad y de vida. Al despedirnos nos acompañó hasta la puerta del condominio, nos indicó la dirección del funicular y desde lejos pude ver como se despedía con su mano en alto. Doy gracias a Dios por haber conocido a tan hermosa dama.

Iván Tapia

Valparaíso, 12 de marzo de 2009.

jueves, 12 de febrero de 2009

TESTIMONIO


No necesito pastillas para dormir
si estás conmigo
todos los sueños florecen
cuando me hablas al oído.

No necesito millones
ni acorralar los corazones
y sólo en tu cafetera
todo el cielo enamorado se cuela.

No necesito decirte 2,500 veces
multiplicado por 7
que te espero noche y día.
Que me disculpen los sabios
pero la sabiduría
duerme detrás de tu oreja
y no en Grecia
como la historia creía.

Abreme la noche y ven a ver
cómo te puedo querer eternamente
cúrame la sombra al caminar
que se corre si no estás.

No necesito violines
pizzicatos en el pecho
eres todo mi concierto
la más bella sinfonía.

Que me disculpe el poeta
pero toda la poesía
la encuentro sobre un madero
y me verso con tus rodillas que riman.

Abreme la noche y ven a ver
cómo te puedo querer eternamente
cúrame la sombra al caminar
que se corre si no estás.


Canción de Juan Luis Guerra. La puedes escuchar en

viernes, 9 de enero de 2009

LA NIÑA QUE SILENCIO A LA O.N.U. POR 5 MINUTOS.


Hola, soy Severn Suzuki y hablo por ECO (Environmental Children's Organisation), Organización Infantil del Medio Ambiente. Somos un grupo de niños de 13 y 14 años de Canadá intentando lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo.

Recaudamos nosotros mismos el dinero para venir aquí, a cinco mil millas para deciros a vosotros, adultos, que tenéis que cambiar vuestra forma de actuar. Al venir aquí hoy, no tengo una agenda secreta. Lucho por mi futuro. Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir.

Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir.

No podemos soportar no ser oídos.


Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar a Vancouver, mi hogar, con mi padre hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de cánceres. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, desvaneciéndose para siempre.


Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletas de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean. ¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?


Todo esto ocurre ante nuestros ojos y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy solo una niña y no tengo todas las soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen. No saben como arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben como devolver a los salmones a aguas no contaminadas. No saben como resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos. Si no saben como arreglarlo, por favor, dejen de romperlo.


Aquí, deben ser delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad sois madres y padres, hermanos y hermanas, tías y tíos, y todos vosotros sois el hijo de alguien. Aún soy solo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco billones de miembros, de hecho por treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.


Aún soy solo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo. En mi rabia no estoy ciega, y en mi miedo no estoy asustada de decir al mundo como me siento. En mi país derrochamos tanto… Compramos y despilfarramos, compramos y despilfarramos, y aún así los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder parte de nuestros bienes, tenemos miedo de compartir.


En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión. Hace dos días, aquí en Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de esos niños nos dijo: "Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropas, medicinas, hogares y amor y afecto". Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué somos nosotros, que lo tenemos todo, tan codiciosos?


No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda, que podría ser uno de esos niños que viven en las favelas de Río; que podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; una víctima de la guerra en Oriente Medio o un mendigo en India. Aún soy solo una niña y se que si todo el dinero gastado en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, qué lugar maravilloso sería la Tierra.

En la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y no ser codiciosos. ¿Entonces por qué salen fuera y se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?

No olviden por qué asisten a estas conferencias, lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo: "todo va a salir bien", "esto no es el fin del mundo" y "lo estamos haciendo lo mejor que podemos". Pero no creo que puedan decirnos eso más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades?


Mi padre siempre dice: "Eres lo que haces, no lo que dices". Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Os desafío: por favor, haced que vuestras acciones reflejen vuestras palabras.

Gracias.

miércoles, 27 de febrero de 2008

UN CUENTO DE PAULO COELHO



Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…) La carretera era muy larga y colina arriba el sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
-Buenos días.
-¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
-Esto es el cielo.
-¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
-Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.
-Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
-Lo siento mucho – Dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
-Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
-Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
-Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar- Podéis beber toda el agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre
-Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
-A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
-CIELO.
-¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
-Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
-Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el caminante.
-De ninguna manera! – increpó el hombre. En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…