martes, 26 de febrero de 2008

LA PEOR DISCAPACIDAD


Gloria Schivo Olivo



En esta ocasión les invito a reflexionar sobre lo que el mundo llama discapacitados, criterio sobre el cual tengo, como fruto de los años vividos y observaciones, ciertas discrepancias.

Veamos por ejemplo, el caso de las personas con trastornos visuales que a menudo son objeto de chanzas pesadas, robos, humillaciones y que, si bien es cierto no ven con los ojos fisicos, suelen ver mejor con los ojos del corazón lo que, por cierto, no deja de ser una diferente forma de ver y probablemente más perfecta que la biológica. Hablando de ello me viene a la mente el recuerdo de un caballero muy simpático, llamado Luis Denis Rubio, a quien tuve el honor de atender como cuidadora de enfermos particulares en una clinica a la que él llego en los altos de Traslaviña. El día que nos vimos por primera vez el estaba empecinado en no comer desde hacia una semana y yo logré comvencerlo de que se alimentara por su propio bien y por el mío también, para no perder mi trabajo. Así empezó nuestra amistad que llegó a ser tan profunda que el anciano caballero no dejaba que nadie lo atendiera, cuando por algún motivo muy justificado yo no podía ir y se atrincheraba en su lecho enfurruñado como un niño pequeño.

Era la primera vez que yo tenía estrecho contacto con un "discapacitado visual" y fue una experiencia tan sorprendente para mí que cada día me sentía más y más sorpendida por la agudeza de su mente, tan alerta, su capacidad de usar el sentido del buen humor para bromear, el cariño y confianza que en mi depositaba, la alegría que se reflejaba en su rostro cuando escuchaba mis pasos acercándose a su habitación y con el entusiasmo que acogía todas aquellas locas y fantasiosas ideas con las que yo amenizaba su existencia.

De todo aquello han pasado ya 13 años y hace 12 que no está entre nosotros, pero yo nunca he olvidado nuestras charlas, nuestro mutuo conocimiento, las pícaras travesuras que hacíamos y como le facilitaba mis ojos físicos y eé a mi los suyos, los del corazón, y sobre todo como aprendi de él que no todos los que tienen en buen estado sus ojos "ven" y muchos de los que no los tienen ven con mayor nitidez.


Nunca logré que en mi, a veces aparente alegría, él no descubriera mi tristeza, nunca logré que en mi disimulada despreocupación él no captase mi inquietud y el resto del personal creía que el no se daba cuenta de nada. ¡¡Qué ciegos eran!! Se guiaban por apariencias y no se daban cuentas de sus propias discapacidades .

Y si no me creen, mediten, hagan memoria, los que pudiendo oír son sordos al dolor, a la necesidad, al abuso, los que teniendo ojos sanos, no ven que la vida es tan, tan corta para guardar rencor, sentir odio y que nada de lo que ven y tocan es real. ¿Recuerdan personas asi? A mi aquellos son los que me producen mayor tristeza pues tienen discapacidades más graves que la sordera, la mudez, la ceguera y aunque uno anhela ayudarles, a menudo es como estrellarse contra un muro. Entre ellos están los que se burlan de los discapacitados fisicos, los que pudiendo dar no dan y sólo quieren recibir, los que pudiendo escuchar no escuchan, los que no saben amar. Esa es... la peor discapacidad.

2 comentarios:

Gloria "La hormiguita" dijo...

Me gusto mucho leer este articulo, realmente tenemos tanto que aprender. Debemos mirar dentro de nosotros mismos para identificar tantas discapacidades que llevamos y hacen nuestro caminar lento y dificil, entonces recurrir al único que nos puede ayudar a superarlas y que nos puede enseñar a amar y aceptar a los demás sin discriminar y subestimar, y ese es Jesús, el maestro carpintero que en su taller repara hasta lo más roto del universo.
>Gloria Munizaga>

Unknown dijo...

Muy interesante el artículo. Me hizo reflexionar en mis, más de una discapacidad...muchas veces he estado ciega para no ver aquello que el Señor me está indicando...otras me hago la sorda y no escucho la voz de Dios dentro de mi corazón, tapando esa voz con ruidos externos de mi propia autoría. No falta el día en que físicamente me siento con mil dolores en mi espalda, excusa para no ejecutar las acciones ´válidad para Dios...e incluso más de una vez no comprendo aquello que es entendible hasta para un niño pequeño, porque mi mente se vuelve frágil cuando se concentra solo en mis problemas y no comprendo el de los demás. Es bueno reflexionar en torno a la discapacidad....